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2106.- La educación sexista

por Siona
No, no os penséis que me voy a poner a dar lecciones de educación. ¡Nada más lejos de mi intención! Es un tema harto difícil y bastante tengo con intentar educar a los míos lo mejor que puedo como ¡para ponerme a dar lecciones!
Hoy, lo que os quiero narrar son, esas cosas que se dicen con la boca grande, bocachancla, y luego, te tienes que tragar con la boca pequeñita, pequeñita.
Cuando era joven, inexperta y sin hijos dije que nunca les regalaría pistolas a mis hijos ni muñecas a mis hijas. No quería una educación sexista para ellos. Iban a tener los juguetes que quisieran independientemente de su sexo. Así. Con carácter y convicción.
Pero, ¡ay! Nada más lejos de la realidad.
El día que el mediano cumplió ocho años, le regalaron ni más ni menos que, ¡seis pistolas! ¡Seis! (como en los toros) Para ser exactos, dos pistolas, una metralleta normal y otra con mira telescópica y, otras dos pistolas más de un juego que se llamaba «Cazafantasmas».
El niño estaba como loco de contento. Se dedicó, durante mucho tiempo, a disparar a todo aquel que llamara al timbre. Se colocaba en mitad del pasillo y, al abrir la puerta, ¡zas!¡misilazo para el cuerpo!
Lo más fuerte es que, no sólo el niño jugaba con las dichosas pistolistas, no. El padre se animaba y me lo encontraba tirado en el suelo con la metralleta telescópica. Mirando a través de ella y, a la que asomaba la nariz, me lanzaba una ráfaga de proyectiles. ¡Muy fuerte!
Los niños se lo pasaban pipa. Pero la niña y yo estábamos hasta el moño de las pistolitas mientras que, los varones de la casa, se lo pasaban en grande disparando a todo bicho viviente.
¡Qué guapa hubiera estado calladita! Se cumplió a rajatabla aquello, un poco repulsivete, de «al que escupe al cielo, le cae en la cara«
Y llegué a la conclusión (por mi solita) de que, aunque creo en la igualdad profesional, de salarios, de oportunidades, de obligaciones, de derechos, etc., somos diferentes. Es indiscutible. 
Y, aunque cada vez más, nos vamos igualando en muchos temas, hay cosas, formas de pensar, de jugar, de actuar que nos hacen diferentes. Y, hasta cierto punto, creo que es bueno que sea así.
No me malinterpretéis. Sigo sin creer en una educación sexista. No me gustan los colegios que separan a los niños de las niñas. En casa ayudamos todos por igual. Lo único que puede variar al colaborar en las tareas del hogar son los años pero, en ningún caso, el sexo. Les inculco el respeto hacia las personas independientemente de su condición, sexo o religión. Vamos, lo que creo que hacemos todas. Pero, nosotras tenemos un fondo, un yoquesé queséyo que se palpa desde chiquititos y que nos hace diferentes.
Por otro lado, ahora suelo tener la boca más cerradita. Suelo ser más prudente y menos categórica o, al menos, ¡lo intento!
Y vuestros hijos, ¿también adoran las pistolas? ¿también dijisteis algo que luego no cumplisteis?
p.d.: si te gusta lo que lees, puedes encontrar más en www.sobrevolandoloscuarenta.com

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10 comentarios

Telares La oveja Mari 07/05/2014 - 12:35 pm

Yo tengo un hijo que va a cumplir 8 años este mes y la fiesta de cumpleaños que estamos preparando es de pistolas Nerf, con eso lo digo todo, pero he de confesar que en casa no sólo el niño y el padre juegan con ellas, yo también me lo paso bomba con las dichosas pistolitas de dardos, lo que no me gusta tanto es tener que recoger las balas después, se esconden en los lugares más insospechados. Un Saludo

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Siona 07/05/2014 - 4:49 pm

¡Qué razón tienes con lo de la balitas! Es verdad que van apareciendo a cada poco en sitios que ni te imaginas. ¡Tremendo! Besos.

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Eleana Durán 07/05/2014 - 4:48 pm

Algo así me paso a mi con las Barbies de mi nena de tres años y entendí que no se puede disuadir a la testosterona y a las feromonas

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Siona 07/05/2014 - 4:51 pm

A mi hija no le dio por las muñecas y yo reconozco que tampoco fui niña de muñecas. Ella era más de puzzles y juegos de pensar. Cada uno juega con lo que le gusta por mucho que nosotras, las madres, queramos que sea de otra manera. Besos, Eleana.

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Monica 07/05/2014 - 8:28 pm

Yo tambien he intentado no condicionar con los juguetes, pero mi hija cuando era chiquitina cogia el mando y lo usaba como si fuera una plancha y el chico lo usaba como si fuera un tren o un coche… asì me di cuenta que no es solo cuestion de educaciòn, lo llevan dentro…

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Siona 09/05/2014 - 9:42 am

¡Efectivamente! Ante un mismo objeto, cada uno lo utiliza de una manera diferente. ¡Es increible pero lo llevamos dentro por mucho que luchemos contra ello! Gracias y besos,Mónica.

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tamknitting 08/05/2014 - 8:18 am

Me ha encantado tu entrada. Totalmente de acuerdo contigo. Mi hijo desde que tenia uso de razón no consentia llevar nada de color rosa, ni las sábanas!!! Por mucho que se le diga que si es color de moda, que ya niños y niñas se visten igual, el sigue diciendo que es color de niñas. Incluso cuando su padre se pone camisas rosa dice lo mismo.

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Siona 09/05/2014 - 9:43 am

¡Eso también me ha pasado! Incluso con el mediano que es muy presumido y le encanta la ropa. Le compre un bañador con muchos colores pero predominaba el rosa y no aceptó ponérselo. Luego es cierto que se les va pasando y van aceptando ese color pero un pantalón rosa chicle no lo llevarán ¡jamás! Besos.

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A mano, Ana 08/05/2014 - 11:55 am

Siento discrepar, es la sociedad la que va bombardeando el subconsciente de los niños y niñas, no hay nada más que mirar la publicidad para ver como les venden los juguetes y a quien van dirigidos. En ninguno de nuestros genes viene marcado "niño = no le gusta el rosa" "niña=no le gustan las peleas" Creo que os hace falta un buen curso de coeducación que os quite la venda que la sociedad nos impone.

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Siona 09/05/2014 - 9:47 am

No sientas discreptar, ¡todo lo contrario! Aquí caben todas las ideas mientras sean siempre respetuosas. Por supuesto que siempre hay excepciones. Y por supuesto que hay niñas a las que les gusta el futbol y niños que juegan con muñecos y ¡es genial! En lo que no estoy de acuerdo es en culpar siempre a la sociedad de todos nuestros males. La sociedad somos nosotros y a mi, en la medida de lo posible, intento que no me impongan nada con lo que no estoy de acuerdo. No digo que siempre lo conisga pero lo intento. Gracias y un beso, Ana.

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