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2252.- Bebidas para el invierno y sus fiestas

por Siona
Todos sabemos lo habituales y recurrentes que son en fiestas las sidras, cavas, vinos y sorbetes de limón en toda fiesta navideña que se precie, pero por un lado tenemos el factor «frío» y por otro, ¿cómo no tener en cuenta también a los pequeños golosos de la casa?
Hay muchas variaciones y bebidas típicas de invierno, la vida no se reduce a copiosas meriendas de chocolate con churros. Durante las fiestas, mientras todos brindan, los más pequeños ¿qué? ¿miran? O nos obligan a comprarles ese repelente «champín» infantil, otra creación chunga para sacarnos los cuartos.
Tirando de tradición podemos aligerar las meriendas con un Submarino. Tan sencillo como leche bien caliente y una barra de chocolate a la taza que se irá disolviendo poco a poco mientras jugueteamos con ella dentro de la taza. Chavales, ¡a hundir la flota!
Submarino (vía Wikipedia)
De mi más tierna infancia recuerdo que mi abuela nos preparaba en alguna ocasión, sobre todo cuando andábamos resfriados, un nutritivo ponche de huevo. Recuerdo que lo aliñaban con unas gotas de una bebida misteriosa con la imagen de una monja, que resultó ser un vino dulce llamado Quina Santa Catalina. Ahora mi abuela iría a la cárcel o poco menos que al infierno por echarnos alcohol, pero bueno… cosas del pasado. En los ponches de huevo que se mencionan en la red se le añade brandy o ron y es típico de islas tropicales. También podemos hacerlo para todos los públicos, omitiendo ese «aliño», y seguirá siendo una bebida dulce, golosa, caliente y nutritiva.

Ponche de leche y huevo (vía El gran catador Imujer)
Otra bebida caliente y reconfortante que conocí a través de mis clases de alemán fue el Glühwein. Lo tomé en viajes invernales a ver mercadillos navideños por centroeuropa y me pareció el no va más de las bebidas para entrar en calor mientras estás en la calle disfrutando de las fiestas navideñas. Luego reparas en su existencia en el IKEA, mientras alguna muchacha disfrazada de nórdica agita una marmita en la tienda. También puedes leer sobre vino especiado en libros como Juego de Tronos, en que los que más expuestos al frío entran en calor con ello. Te haces una idea de que es algo exótico de por ahí fuera pero, ¿sabíais que el vino caliente con especias se ha tomado también en España desde hace siglos? Resulta que esa delicia fue muy popular en toda Europa hasta pasado el siglo XVIII y aquí se llamaba hipocrás o clarea. Ojalá se retomara esta maravilla, si la vendieran en nuestros mercadillos navideños seguro que muchos como yo visitarían la Plaza Mayor de Madrid en estas fechas sin poner cara de espanto.

Y como no podía ser menos, si nosotros los adultos nos deleitamos con un vinito caliente, ¿vamos a dejar que nuestros menores se queden con las manos frías? En este caso la receta sí que es alemana, el Kinderpunsch o «ponche infantil», una dulce adaptación «sin» con un olor y color muy similares. Sólo necesitamos medio litro de té de frutas para darle el color rojo intenso, cuarto de litro de zumo de manzana, un palo de canela, ocho clavos de olor, las pieles y el zumo de un limón y media naranja, hervir unos 10 minutos, retirar las especias antes de servir y endulzar al gusto con miel.

Llegado el momento de las fiestas quisiera incluir dos ideas con mucha magia y estilo. Como bebida refrescante y revitalizante para todo el año, ya que se elabora con helado, os sugiero una ronda de Reserva Romani. Esta pócima revitalizante del videojuego de la saga Zelda, Majora’s Mask, no era fácil de conseguir, pero revitalizaba al protagonista durante tres días y sin duda lo hará también con nosotros.

Para ello necesitamos templar un poco un par de bolas de helado de vainilla, mezclar nuez moscada y canela al gusto, añadir una taza de leche, un chorrito de soda o agua con gas, como toque final un par de chupitos de licor de crema de whisky, que puede ser con o sin alcohol. También se puede tomar sin la crema de whisky, con lo que sería apto para todos los públicos. Como toda buena pócima la presentación es importante, un tarro etiquetado, una botellita o frasco curioso y ¡Tana-nanáaa!

Reserva o «Chateau» Romani (vía The Geeky Chef)

Finalmente un cóctel sin alcohol para todos los públicos, sobre todo para las señoritas más glamurosas y con mejores dotes interpretativas. El Shirley Temple fue creado como tal cóctel sin alcohol, por lo que su sabor es tal cual y no una adaptación de una bebida alcohólica a la que se le puede echar o no el licor. Rico, refrescante y con un color bonito, ¡a disfrutar!

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1 comentario

Norma2 15/12/2014 - 3:30 pm

Mi merienda favorita churros con submarino. Con respecto al batido de yemas con azúcar y oporto hoy no iríamos a la cárcel pero lo tomaríamos con un poco dedudas por esto de la salmonella…¡y qué rico que era!
Besos Beatriz

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