Y como no podía ser menos, si nosotros los adultos nos deleitamos con un vinito caliente, ¿vamos a dejar que nuestros menores se queden con las manos frías? En este caso la receta sí que es alemana, el Kinderpunsch o «ponche infantil», una dulce adaptación «sin» con un olor y color muy similares. Sólo necesitamos medio litro de té de frutas para darle el color rojo intenso, cuarto de litro de zumo de manzana, un palo de canela, ocho clavos de olor, las pieles y el zumo de un limón y media naranja, hervir unos 10 minutos, retirar las especias antes de servir y endulzar al gusto con miel.
Llegado el momento de las fiestas quisiera incluir dos ideas con mucha magia y estilo. Como bebida refrescante y revitalizante para todo el año, ya que se elabora con helado, os sugiero una ronda de Reserva Romani. Esta pócima revitalizante del videojuego de la saga Zelda, Majora’s Mask, no era fácil de conseguir, pero revitalizaba al protagonista durante tres días y sin duda lo hará también con nosotros.
Para ello necesitamos templar un poco un par de bolas de helado de vainilla, mezclar nuez moscada y canela al gusto, añadir una taza de leche, un chorrito de soda o agua con gas, como toque final un par de chupitos de licor de crema de whisky, que puede ser con o sin alcohol. También se puede tomar sin la crema de whisky, con lo que sería apto para todos los públicos. Como toda buena pócima la presentación es importante, un tarro etiquetado, una botellita o frasco curioso y ¡Tana-nanáaa!
Finalmente un cóctel sin alcohol para todos los públicos, sobre todo para las señoritas más glamurosas y con mejores dotes interpretativas. El Shirley Temple fue creado como tal cóctel sin alcohol, por lo que su sabor es tal cual y no una adaptación de una bebida alcohólica a la que se le puede echar o no el licor. Rico, refrescante y con un color bonito, ¡a disfrutar!
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Mi merienda favorita churros con submarino. Con respecto al batido de yemas con azúcar y oporto hoy no iríamos a la cárcel pero lo tomaríamos con un poco dedudas por esto de la salmonella…¡y qué rico que era!
Besos Beatriz