Jabón natural de calabaza en happinessishomemade |
Jabón de limón en simplystacie |
Jabón de miel en uncomo |
Jabón de manzanilla y caléndula en hogarmania |
Jabón de castilla en hacerjabones |
¿Has hecho alguna vez jabón?
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El kéfir es un producto lácteo similar al yogur líquido, fermendado mediante levaduras, hongos y bacterias, así como el hongo que los produce. El kéfir consume la lactosa de la leche transformándola en ácido láctico, además de dióxido de carbono y una pequeña cantidad de alcohol. Los gránulos tienen un aspecto similar a una coliflor gelatinosa; es una masa biótica simbiótica que combina bacterias probióticas, levaduras, lípidos y proteínas. Es curioso que, pese a presumir de montones de probióticos, este producto no esté en boca de todos y pasando de mano en mano, a pesar de la moda existente en relación a los beneficios casi mágicos de los mismos. Últimamente se habla mucho de la kombucha, otra bebida fermentada que no guarda relación con el kéfir y que
muchas veces se confunden términos mal denominándolo “kefir de té”, por cierto, también con propiedades «milagrosas«.
Kéfir junto a moneda, foto de De Manuel Almagro Rivas – Trabajo propio, CC BY-SA 4.0 (vía Wikipedia) |
Los gránulos de kéfir tienen el encanto de la masa madre del «bizcocho de las monjas«, que se va compartiendo entre personas, dentro de una comunidad, para producir cada uno en su casa el producto necesario para su consumo diario.
Yo aún estoy pendiente de conseguir unos gránulos, no parece tarea fácil, de hecho alguna de mis fuentes aún lo tienen chiquitín, no están listos para compartir, y otra fuente no quiso compartirlo porque no pertenezco a su «secta»… (o_Ô) ¿en serio? Pues con su pan se lo coma. También dicen que se pueden conseguir en herbolarios y yo he visto que lo venden por internet, pero sigo ansiosa de localizar alguien que me ceda generosamente una porción por el método tradicional: de mano en mano y de buen rollo, como gente de una misma comunidad.
El kéfir y sus propiedades «casi mágicas» (vía Natursan) |
El mantenimiento del kéfir es complejo, hay que alimentarlo casi diario, hay que estar pendiente del producto y de añadirle leche fresca a diario para que no se muera, ¡es un producto vivo! Casi como tener una mascota.
Frasco de kéfir, ahí, fermentando felizmente siguiendo buenos consejos de cuidado (vía Bake-street) |
Dependiendo del tamaño del «hongo» que heredemos obtendremos diariamente una cantidad más o menos regular de producto final, quizá al principio un única vaso diario de kéfir, o si crece mucho con ayuda del calorcillo del ambiente, en verano suelen aumentar más, y los buenos cuidados, podemos obtener un litro o más. De modo que, aparte de bebernos sencillamente el kéfir como un yogur líquido, puede que nos surja la necesidad de elaborar alguna recetilla para nosotros, para compartir con la familia o para presumir fuera de casa de nuestro buen hacer culinario.
Hachapuri, tortas de Georgia rellenas de queso (vía Petitchef) |
Podemos realizar sopas o añadirlo como la crema o nata a platos salados que lo requieran.
Sopa fría, realizada con kéfir (vía El blog del kéfir) |
Elaborar bollería en la que en otras casos añadiríamos yogur corriente.
Bizcocho de kéfir (vía Encontrar la felicidad en los detalles) |
Tarta de queso y limón con kéfir (vía Loulanatual) |
Darle vidilla a nuestras macedonias de fruta, así como a nuestros batidos.
Fresones con kéfir (vía El blog del kéfir) |
También podemos utilizarlo para elaborar helados.
Helado de kéfir con higos a la lavanda (vía La flor del calabacín) |
Podemos usar el fermento del kéfir para elaborar nuestro propio pan. El pan casero siempre es una buena idea y podemos añadirle mucho más de lo que pensamos. Lo importante como siempre es la paciencia y una buena proporción.
Pan de kéfir usado como férmento frente a pan con agua (vía Epicúrratelo) |
Igualmente, si no tenemos tanta paciencia con los fermentados y levados, podemos añadir el kéfir a nuestras recetas de pan como un ingrediente más.
Pan con kéfir en forma de hogaza (vía El Amasadero) |
Fotografía del estudio de bordado de Gimena Romero (fuente: instagram) |
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Probablemente en alguna ocasión os hayáis metido en el jardín de organizar una fiesta, si es con niños hay que hacer algo más que esperar que estén tranquilitos con disfraces, comida y música, si es con adultos se puede intentar echar una partida a algún juego espeluznante más o menos complejo. En esta ocasión he rebuscado un poco juegos que podemos adaptar para entretener a las fieras una tarde-noche de otoño.
Lo primero: los disfraces, si no vienen ya disfrazados podemos organizarles un taller de pintacaras temático. ¡Y por supuesto, que no falten los premios y las fotografías!
Pintacaras monstruoso (vía Blog mujeres) |
A continuación podemos completar la animación «vistiendo a la momia» con rollos de papel higiénico (el más baratuno que encontréis, que es para jugar) organizando una competición por equipos para cubrir de vendas a alguno de los compañeros.
Cómo vestir momias (vía Fiesta Uncomo) |
Otra de las animaciones posibles es el «laboratorio espeluznante» en el que puedan tocar entre tinieblas diferentes y terribles «restos humanos» como cerebros, dedos, ojos y otras lindezas. No es un juego para niños muy pequeños y el ambiente y la imaginación son determinantes para el éxito de la misión. Será básico disponer de una sala oscurecida y niños que entren de uno en uno con ojos vendados, música sugerente (casi cualquier banda sonora de música de terror o algún recopilatorio de aullidos hará las delicias de los chavales), tendremos los recipientes a lo largo de una mesa para que puedan ir tocando y adivinando. Si algunos tienen agua, como los «ojos», la sensación es aún más asquerosa. Yo aún recuerdo el traqueteo de la banqueta en la que me trasladaron de pequeña a uno de estos «laboratorios», básicamente agitaban la silla y al levantarme tenía que tener cuidado para no golpearme con la puertecilla en la cabeza (y te dabas igual porque los adultos responsables tenían un libro colocado para date con el en el melón según te ponías de pie) y el resbaladizo tacto de las uvas en el agua.
Tocando esta cosas bulbosa debajo de agua tibia… ¡arg! (vía Manager fiesta fácil) |
Adivina qué personaje soy… ¿conocéis ese juego en que tienes escrito en la frente (en un papel) un personaje y te tienes que hacer preguntas de respuesta Sí/No para adivinar quién eres? Pues lo mismo pero con monstruos. A falta de paciencia para sujetarse una tarjetita en la frente, se les puede colocar un cartel en la espalda y que empiece el caos.
¿Quién soy? ¿tengo cuernos? ¿colmillos afilados? ¿soy verde? (vía Manager fiesta fácil) |
¡Que no falten las historias de terror! Se puede hacer un concurso o, si se está muy animado, crear una serie de fichas para guiar o restringir una historia corta, como se hace con los dados de Story cubes.
Cuéntame un cuento… ¡de miedo! (vía Uncomo) |
¿Recordáis el clásico juego de las sillas? Pues si nos hemos currado la decoración puede que hayamos conseguido unos respaldos de sillas con aspecto de lápidas, ¿qué tal el juego de las tumbas con una música al efecto? A falta de sillas (o de espacio) también podemos convertir el juego en un baile de monstruos en el que al parar la música todos deban quedar congelados, al estilo del escondite inglés. A partir de ahí todo depende de la imaginación y la mala leche de los que controlen la música, que tarden más o menos en ponerla en marcha y entretanto les inciten a reír y moverse.
Unas telas adecuadas sobre los respaldos y tenemos unas sillas perfectas para el juego (vía Bing) |
En una fiesta no puede faltar la música, así que vamos a por la «calabaza caliente«. El mecanismo, idéntico al de la famosa «patata» pero en esta ocasión podemos aprovechar un globo naranja pintado al efecto como calabaza terrorífica o una auténtica calabaza si tenemos alguna disponible.
Sé ingenioso con lo que dibujas en tu calabaza (vía Faro de vigo) |
Si tenemos ánimo de que revuelvan y espacio, les podemos proponer hacer una búsqueda de arañas. En un tiempo determinado el que más recoja sencillamente gana. El riesgo está en que si hemos colocado como decoración de las telas de araña y demás, que se lleven por delante algún cuadro o lámpara tratando de atrapar más bichos.
Arañas de plástico para repartir por la casa (vía Fiesta fácil) |